Epílogos del retorno,
silencios que se retuercen en medio de oleadas de frío,
dalias que esplendorosas exhiben su belleza,
días sobre días que se convierten en años...
Florecemos un día,
somos fuertes, hermosos,
el universo parece girar en torno nuestro,
todo es risas y esplendor...
Pero sin darnos cuenta,
en medio de los vientos de la vida,
el mundo va girando
y en un instante todo cambia...
Y los rostros que fueron lozanos,
de repente, en un abrir y cerrar de ojos,
se llenan de arrugas
y de dolor...
Nuestros ojos una mañana ya no brillan,
nuestra mirada se oscurece,
nuestros pasos se hacen cansinos
y nuestro corazón duro...
¿Dónde fueron todos los recuerdos,
todos los afanes que nos oprimieron,
todas las personas que amamos
todas nuestras peleas e ilusiones?
Quizás la música coqueta se llevó los recuerdos,
como equilibristas entre el olvido y el momento,
caminando de la mano de los misterios infinitos,
mientras vivimos cada mañana sin certezas de nada...
Y entretanto recorremos caminos que nadie conoce o que nadie recuerda,
como llamas que se apagaron o que nunca se encendieron,
como lunas azules en medio de ilusiones marchitas
de aquello que se perdió para siempre...
Y al final, inevitablemente vamos descubriendo,
que somos sobrevivientes de la vida,
lo sabemos ciertamente cuando del barco se bajan tantos
y nos vamos quedando solos...
Por eso es sagrado el amor,
porque roba un instante al eterno olvido,
porque hace brillar, al menos por un segundo,
aquello que se perderá inevitablemente en la oscuridad...
Ven entonces, mírame mientras estoy vivo,
ven, óyeme lo que tengo que decir,
ven, siénteme antes que desaparezca en el eterno silencio,
ven, ahora que aún podemos cantar juntos...
Y tu, ve, ama a quien tengas que amar,
pide perdón o concédelo,
regresa a quienes has querido,
haz lo que siempre has soñado...
Pues el viento gime fuertemente
y la lluvia finalmente arrasará con todo
y como la noche ciertamente caerá sobre nosotros,
dancemos entonces en nuestro atardecer...
Y que las lágrimas rueden si el dolor apremia,
como caballos oscuros que recorren las praderas,
como la selva impenetrable
que nadie conoce...
Para que nuestros pasos se encuentren,
en los caminos que hemos recorrido,
en los labios que hemos besado
en los cuerpos que hemos habitado...
Para que la fragilidad sedienta de nuestras vidas,
no quebrante la lluvia y el viento
y las lágrimas de las estrellas,
no perturben el breve instante de nuestro ser...
Reflexión & Esperanza
Pdta: Tengo un nuevo cuadro en mi blog de pintura. para verlo haga click en la parte superior de este blog
Isaac A. Devis G.