Viajeros de la eternidad,
enredados en un segundo,
caminantes del misterio
de la creación que se hace día a día...
Y en ese viaje sagrado,
descubro los delicados murmullos
de la santidad que habita nuestro ser
y que nos hace brillar...
Y entonces:
Puedo oír
incluso tus lágrimas caer,
mientras todo el mundo dice
que ya no habrá de doler más...
Puedo ver,
los ángeles que nos rodean,
revoloteando sobre nosotros,
habitando el éter del misterio...
Puedo recordar,
el fulgor que nunca termina,
las voces inmensas
que ya nadie recuerda...
Puedo esperar,
las maravillas en que siempre he creído,
los milagros
que han hecho mi vida...
Puedo buscar,
las manos de quienes he amado,
en las ensoñaciones de mi mente,
como brisas fugaces...
Puedo bendecir,
a todos mis compañeros de viaje,
aquellos que han estado desde siempre
y aún los que sólo conocí un segundo...
Puedo olvidar,
las heridas y los golpes,
para dejar escapar una sonrisa
que purifique el amor que somos...
Puedo imaginar,
el amor que vendrá
cuando los ojos se abran
y la oscuridad desaparezca...
Puedo saber,
que contra todo pronóstico,
el mañana traerá ventura
y flores que sanarán los errores...
Puedo adivinar,
la dicha que nos espera,
cuando descubramos
que todos somos uno...
Puedo decirte,
que tenemos derecho a ser felices,
plenamente dichosos,
más aún radiantes..
Y así,
retomaremos el camino,
sin afán y sin miedo,
pues tarde o temprano llegaremos al hogar que nos espera...
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Isaac A. Devis G.
