En un lugar diminuto,
viven minúsculos seres,
encerrados en pequeñas mezquindades,
en guerras, muertes, crueldades...
En un punto azul difuso,
perdido en medio de la inmensidad,
inflados seres llenos de egos e ignorancia,
estudian en la escuela en que habitamos....
En medio de la enorme magnificencia,
de las corrientes de amor vivificantes,
estudiamos del odio y su inutilidad,
del sueño de la muerte y la codicia...
Volando en el gigantesco espacio,
unido por la ternura y la bondad infinita,
aprendemos de la inutilidad del tener,
del gran fracaso de la infamia...
Vibrando en los efluvios de los celestes cuerpos,
inflamado de los éteres que componen las partículas del infinito,
nosotros los pequeños, crecemos lentamente en sabiduría,
aveces en medio del dolor suficiente para poder entender....
En el cerrado y perfecto plan sagrado,
añorando las oquedades de nuestro origen,
aprendemos que no estamos destinados al miedo y al frío
y que nuestro sagrado derecho es la abundancia y la dicha...
Para ese aprender tomamos un nombre, un apellido,
empuñamos una bandera, cantamos himnos, llenamos las manos de oro,
para eso trabajamos, creamos, matamos, robamos, morimos,
para que aprendamos que nada de eso importa realmente...
Pues el Universo consciente que despierta en nosotros,
vive en la reminiscencia de su profunda verdad,
en el conocimiento íntimo de su verdadera majestad,
más allá de las cosas de éste mundo....
Más allá, donde simplemente somos parte de la eternidad,
donde vibramos en el entramado sagrado del cosmos,
donde brillamos en cada estrella y giramos con todas las galaxias,
allá, en nuestra verdadera patria...
Y aún más allá, donde somos cuando dejamos de ser,
donde nuestro hálito escala las más altas cumbres,
donde el amor todo lo contempla, todo lo sana, todo lo crea y todo lo consume,
donde existimos desde siempre en un único Ser...
Y todavía más allá, en el Sagrado Corazón que late en los infinitos eones,
en donde terminan todos los aprendizajes,
en el filo del perfecto Amor,
donde toda realidad se confunde....
Si, allí donde el tiempo y el espacio nunca existieron,
en la Mente primigenia,
allí, donde siempre fuimos sin siquiera ser,
en el centro de todos los centros, que ni siquiera podemos concebir...
Allí, la única verdad,
donde todo es potencialidad perfecta y completa,
nuestro único hogar,
la última respuesta...
Misterio&Eternidad
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Isaac A. Devis G.